Es como si nuestro Padre Celestial estuviera muy ocupado, o lo único que se sientes es un profundo silencio. Parece que todo está detenido en nuestras vidas, en modo de pausa. Es como si frente a nuestra vida se haya plantado un muro de concreto impenetrable. Esos son los momentos donde la necesidad, la aflicción o la incertidumbre llenan nuestra mente de pensamientos que nos llevan por un camino angosto, hacia un desierto lleno de desesperanza.
Ante un panorama así, ¿cómo debemos actuar los hijos de Dios?